Los niños necesitan tener una cierta seguridad emocional (sentirse queridos, apoyados, aceptados, etc.). Por ello el tener una figura de apego durante su crecimiento y desarrollo es fundamental. Esto es necesario para construir el sentimiento de identidad personal y aumentar la autoestima del niño. ¿Dónde puede encontrar, pues, este vínculo y seguridad? En la familia. Pero... ¿Qué sucede cuando la calidad del apego no es la mejor? Que existe la posibilidad de que surjan en el niño trastornos.
En primer lugar encontramos los trastornos de ansiedad por separación (criterios que los identifican y características de los niños que los presentan):
Los niños que lo sufren presentan como características principales un terrible miedo a perderse, muestran ansiedad al separarse de sus hogares por cualquier motivo (incluso por ir al colegio, llegando a no querer ir al mismo), son incapaces de quedarse solos en una habitación incluso, suelen tener problemas a la hora de dormir solos, pueden llegar a ser capaces de fingir dolores físicos cuando se va a producir una separación... Entre otras.
En segundo lugar encontramos los trastornos reactivos de la vinculación de la infancia o la niñez (criterios que los identifican y factores que los propician):
Como posibles factores que ayuden al desarrollo de estos trastornos encontramos una desatención persistente de las necesidades emocionales básicas del niño relativas a bienestar, estimulación y afecto; desatención persistente de las necesidades físicas básicas del niño; y cambios repetidos del cuidador primario, lo que no permite la formación de vínculos estables.
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